viernes, 25 de julio de 2008

Pena Condena

Es el viento que se detiene en tus ojos que ya no me quieren mirar
desde la tierra se siente el latido de mi corazón en pena
de mis manos que buscan las tuyas en la oscuridad
que solo encuentran tu tristeza que ahora se hace mía.
Juro no volver a odiar después de hoy, ni a ti, ni a nadie.
De pronto, la lluvia entera golpeó la ventana y me quedé en la penumbra de tu recuerdo,
de ese recuerdo que no puedo acallar,
de tu voz que se me ha convertido en consciencia,
en el reflejo de mi realidad, en el guía de mis pasos.
Tu apego es mi delirio, la fantasía que abrazo cuando me duermo y
¡es tan difícil soñar sin tu fantasma atado a mi cuello!
La única alternativa que mis lágrimas susurran es la espera,
la mutilada esperanza que aún queda de que un día, sin imaginarlo,
llames a mi puerta, no para recoger tus cosas
si no para quedarte junto a ellas, junto a mí,
abrazando mis penas, abrazándome el alma.

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