martes, 23 de septiembre de 2008

Trastorno Psicótico inducido por las penas del amor grave


El corazón que canta sin parar
para cubrir la cama de fresas
y arrancar la sonrisa más bonita de la noche
mezclando aromas y sabores.
El silencio cortado por la alegría de saberte mío,
aunque te esfumes como lo sueños
y al abrir los ojos ya no te vea más.
Jugando con la esperanza,
con el horizonte perdido.
¡La luna! ¡La luna nos vio besarnos!
El momento en que el tiempo decidió no girar más manecillas
Quédate quieto, callado.
Ilumina tus oscuros cabellos para no pensar más,
para convertirme en invisible dentro de la biblioteca,
suspírame entre los brazos para acabarme tu orejas de una vez.
Algún día seremos girasoles y ya no habrá más que tocar.
Mi vida empieza en tu cama
y es ahí donde me has de sacrificar,
entre los pliegues de las sábanas.
¡Escóndeme! Para no perderme más
Infinita Tristeza, me has de llevar al delirio.

¿Por qué no encuentro en el costoso manual el trastorno psicótico inducido por las penas del alma grave?

2 comentarios:

Carlos Gregorio dijo...

Lo que ha presenciado la luna, y tu en pleno sacrificio entre sábanas a medio acartonar.


Un cuerpo, quizá el tuyo, es un libro, que con las manos se debe violentar y con los ojos devorar.

Saludos Fraternales.

Sugar Kane dijo...

Entre el silencio y la oscuridad el delirio ataca, más cuando se extraña a ese corazón que de pronto nos ha dejado... Me alucinaba en mi pena, por que el amor se destila lentamente, hasta que no queda gota de él...