martes, 17 de junio de 2008

Entre el rojo y el dorado

Entre el rojo y el dorado solo las sombras en movimiento de nuestros cuerpos se ven reflejadas.
Escucho unos cascabeles lejanos que trae el viento
y un suspiro corta el aire como un láser.
Es el calor, el incienso, el polvo que nunca se asienta en estas latitudes.
Hablando de latitudes, no importa en qué continente se esté,
hay una ley que no logramos desafiar, la inercia,
y lo que sube baja, y cuando subo me veo obligada a bajar, a repetirlo, a sincronizarme,
todo lentamente hasta que destruyo el tiempo
y todo se detiene con un grito para sentir un golpe de calor que nos deja estáticos,
exhaustos mirando por la ventana al universo,
cuando el universo está entre estas cuatro paredes
entre el rojo y el dorado
los cascabeles y el incienso
entre la inercia y tú.

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