
No me digas mentiras cuando se que estás mintiendo
Miénteme cuando esté desprevenida
cuando, sin darme cuenta, crea tu farza.
No me digas mentiras cuando se que estás mintiendo
porque duele verte fingir, duele escucharte
duele verse al espejo y saber que el que me engaña no eres tú
sino yo misma, creyéndole a un patán de tu calibre,
creyendo que hay amor e intereses
creyéndome especial como las perlas.
Tal vez lo soy... una perla en el ocico de un puerco,
una perla que se sabe perla y que se sabe devorada
en las mandíbulas estúpidas de un puerco...
y lo más patético, es que por mi propio pie,
me quedo ahí.
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